domingo, 2 de marzo de 2014

El músico




Juan miró de nuevo a la violonchelista, cerró los ojos y se dejo llevar por las notas, el ritmo, la melodía, y sobretodo la emoción

Tocaba suites de chelo. Sonaban tristes, desgarradoras

Estaba sola, en medio del escenario, se la veía menuda, frágil, con su sencillo vestido negro y su piel tan blanca.

EL pelo muy negro, corto, los ojos rasgados, profundos, las pestañas largas se enredaban ...traviesas con el flequillo. De tiempo a tiempo soplaba , alejando un mechón rebelde Lo hacía mecánicamente, mientras su cuerpo seguía al intrumento
O su instrumento a su cuerpo, bailaban al únísono su secreto baile, chelo y cuerpo, cuerpo y chelo, mientras la música envolvía la sala.

Había que ser valiente para tocar esa pieza, el lo sabía, no por la exigencia de la técnica, sino por el sentimiento que debía acompañarla.

Primero encontrarlo y conectar con el, en el estómago ,o en el corazón, donde estuviera escondido y hacerlo salir sin miedo, con valentía y sin perder el hilo, continuar el sutil recorrido que del corazón llegaba a sus dedos , y que los dedos supieran darle la justa medida que mantuviera la emoción, sumergiéndose en ella, recreándose.

Era un equilibrio muy fino. Si se apoderaba la técnica, no había nada, el vacío, la gente tosía, se movía inquieta en la silla, el músico lo notaba, se había roto el hilo. Sin embargo, cuando se apoderaba la emoción era algo grande.

Empezaba como una pequeña luz, una llamada, un cascabel pero poco a poco se expandía a través de ti, del instrumento, de la sala, y entonces? entonces sí. Cerrabas los ojos y si te atrevías tan sólo fluías , dejabas que la emoción te guiara, mientras arrasaba a todos cuantos tocaba, las notas mecían , subían bajaban, sobrecogían, una lágrima retenida por vergüenza en el auditorio, nudos en alguna garganta, euforia............

Abrió los ojos y la miró de nuevo

Era oriental, sus manos delicadas, pequeñas, seguían una nota , otra, todo su cuerpo se transformaba en un sí, o e un la, y ella crecía y se estiraba como un gato ansioso por desperezarse, acompañando la nota, de pronto sonaba un do y ella parecía encogerse y meterse hacia dentro

Juan conocía la sensación, lo suyo no era la música clásica ni el chelo pero el sentimiento era el mismo, , la ilusión sostenida a lo largo del tiempo, la caricia de las cuerdas, la dureza de la técnica, el sentir de sus letras, las horas de ensayo, los desvelos.....


Esa fuerza que le hacía seguir y seguir hacia delante, arrancar nota tras nota
Era su forma de mostrarse, su yo más íntimo, ese que todo el mundo no lograba ver. No todos conseguían hacer sonar sus notas, ni tocar sus cuerdas
Algunos, demasiados pensaba en sus días grises, le veían como ese canalla descarado y gracioso, pero esos no le importaban, esos desafinaban en su vida. Los acordes, los que veían más allá, , traspasaban su fachada y veían su forma de guitarra, sus dedos nerviosos que buscaban las cuerdas.

Cuando tocaba solo sentía la paz que le inundaba, los problemas se alejaban , estaba concentrado, tranquilo , confiado.
Cuando tocaba para otros, entonces el cuerpo se le inundaba de ese gusanillo, adrenalina lo llaman, se transformaba

Eran dos caras de si mismo , pero lo mismo en el fondo, donde se sentía confiado, libre, el .

Luego estaba su voz, su preciosa voz, y lo que significaba cantar.

Cada letra, cada palabra las hacía suyas, rebuscaba en su corazón rockero o nostálgico o poético o amoroso o salvaje , y al igual que con la guitarra tenia que encontrar la nota exacta, con su voz tenia que encontrar la emoción exacta , esa que el público percibe que es real, que la tienes, que sabes de lo que hablas, que no eres un impostor porque alguna vez estuviste allí enredado en ella.

Eso a veces le resultaba doloroso y sanador al mismo tiempo, confuso,. Los recuerdos le inundaban, sensaciones tirando de el .

Algunas eran gratas, felices, como requería la canción y otras eran difíciles y tristes y sumergirse en ellas era un viaje duro, un volver a revivir, pero tenía su recompensa porque la gente lo notaba, esa sinergia llenaba la sala, nadie sabía que le movía a el, pero todos habían sido movidos alguna vez por lo mismo, un desamor, una persona que ya no estaba y aun dolía, un sueño roto....................... el lenguaje de la música era tan universal, una canción, podía transmitir tantas cosas a tan diferentes personas
Solo con rozar el alma, la música sabía meterse y leer en cada corazón y encontrar lo que le emociona

Tan sólo había que encontrar la tecla

Le gustaría poner esto en sus tarjetas. Las tarjetas de la gente deberían expresar como eres, como te sientes y no quien eres, soy el Director de ventas de blablablá

No, eso no era.

Soy Juan, me apasiona tocar, cantar, me gustan la rosquillas de anís, correr, reírme a mandíbula batiente, no soy solo esta fachada que ves, hay mucho mas en mi por descubrir, soy sensible, justiciero, no soy tan fuerte como te parezco, me gusta sentirme querido , ,me gustan los abrazos aunque nunca los pida., mi alma es música. Si te interesa llámame

No estaría bien algo así? que todos diéramos nuestras tarjetas, NUESTRAS tarjetas, de colores, divertidas raras, .........pero sobretodo que hablaran de nosotros

Se concentro de nuevo en la chelista, ahora parecía calmada, había llegado al moderato, se la veía llena de paz, casi contenta, como reconciliada consigo misma, Las facciones relajadas, la sonrisa sutil en su boca.......

Sonrió a la vez que ella, con ella, sonrió a la música , sonrió a todos los que eran valientes para seguir sus impulsos, sus locuras, sus gusanillos interiores, por encima de lo que pusiera en sus tarjetas y tomo la decisión ,por el, por ellos,, cambiaria sus tarjetas, estaba seguro de que muchos lo entenderían....los que se atrevían a soñar


para Ivánpor hacer música y Juan por crear armonía

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