El ajedrez cabalga conmigo
desde mi primera victoria.
Tú me enseñaste,
y yo aprendí.
El camino blanco y negro
me condujo a otros
maestros del tablero
y de la vida.
Pero esa mirada de asombro
al oir mate
de boca de un niño
es un eco eterno
en el seno de mi memoria.
Aquel día David venció a Goliat,
y crecí de un salto de caballo,
ante tus ojos de padre,
ante tus ojos de amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario