¿ Cuentos infantiles o pequeños libros de autoayuda?
No sé si sólo es algo que me pasa a mí pero cada vez que leo
con Lucas un cuento infantil compruebo con horror que:
1)La trama no importa, puede ser cualquier memez porque está
al servicio del supermensaje que se quiere transmitir.
2)Los niños que son muy listos lo detectan a la primera.
3)Me cuesta encontrar cuentos que simplemente sean divertidos o de aventuras sin mensaje explícito.
Lucas y yo llevamos leídos unos seis libros que nos manda el
cole y, salvo uno de rimas y otro de un escritor “de los de antes” con lo que nos los pasamos pipa, el resto nos
han provocado desde el ligero aburrimiento hasta el sopor infinito porque ya nos
sabemos el final en la primera página.
Anoche empezamos emocionados uno nuevo. Tras finalizar la
primera hoja me dijo:
-Mamá, ¿ya sabes lo que va a pasar no?
-Hum, ¿no? -dije haciéndome la despistada aunque realmente me lo temía.
EL libro iba de una niña a la que mandan en el cole buscar un tesoro. No está mal y las ilustraciones me encantan,
pero claro, tenía que ser.
-¿Hacemos una cosa? -dice Lucas divertido- Escribimos en un
papel lo que creemos que va a pasar y apostamos.
Dicho y hecho. Lo hicimos y tablas. ¡Cómo no!
Atención spoiler: El tesoro era ella misma. Nuestras peores
sospechas confirmadas.
Que sí, que sí, que me diréis, eso es fantástico por lo de
la autoestima, y el refuerzo y que se quieran y etc etc. Y estoy de acuerdo,
que los libros pueden tener mensajes de refuerzo, y que no está de más y esto y
lo otro. Pero, ¿todos? ¿siempre?
¿Dónde queda la sorpresa? ¿Y la trama? ¿La aventura? Porque
me estoy planteando leerle directamente a Jorge Bucay que al menos no llama a engaño.
Y claro los escritores infantiles es lo que hacen porque es lo que quieren las editoriales. Es una espiral.
Cuando entro a una librería infantil encuentro cuentos para superar el duelo, los miedos, los pañales, para encontrar la motivación, la autoestima...¿Dónde quedan los cuentos para divertirse? ¿Los tienen escondidos?
Cuando entro a una librería infantil encuentro cuentos para superar el duelo, los miedos, los pañales, para encontrar la motivación, la autoestima...¿Dónde quedan los cuentos para divertirse? ¿Los tienen escondidos?
Yo crecí con Julio Verne y El Pequeño Nicolás y, ¡menuda
emoción! ¡menudas risas!. Sin adoctrinamiento, sin mensajitos. Y mejor no
entremos en los denominados “cuentos para niñas” porque me enciendo. Los que no
te autorizan a tirarte pedos, te mandan a cazar toda empoderada para reafirmar
tu feminidad.
¿En serio? ¿No estaremos rizando el rizo? ¿No estaremos
privando a nuestros hijos del placer de leer un buen libro y tal vez sacar sus propias
enseñanzas o tal vez no y tan solo divertirse o imaginar?
Yo lo hice, y crecí tal cual, asilvestrada, mujer, feliz, sin más
referente que Obelix y el Capitán Trueno, y creo que no he salido tan mal o
quizás sí y la culpa sea de Mafalda.